Bajamos a la roca de donde salimos,
a la vieja piedra mohosa y triste
en la que la luna se reflejó algún día
y las historias se amontonaron inertes.
Llueve esta noche igual que entonces,
pero de las aguas no surge la vida,
de entre las grietas emerge el humo
de los rescoldos y mi suerte esquiva.
Vaga el trotamundos por la tierra maldita
entre la niebla pútrida y la adormecida aurora,
duerme el vagabundo en el sueño sereno
de quien no tiene nada y de nada es dueño.
Así yo soñara cada noche en tu pecho
delgado y seco tras la gran tormenta,
siendo un bebé de temple sereno
regado de silencios en esta pobre pena.
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