miércoles, 12 de marzo de 2014

Un par de microrrelatos...

Os dejo un par de microrrelatos que presenté para la ultima edición del concurso de Microrrelatos Ser. Como os podéis imaginar, no gané...

En algún punto del camino


-Nuestros mismos ojos ya no son los mismos -dijo ella-, cambiaron en algún punto del camino.

Yo no la entendí entonces, tardé un tiempo atisbar el cambio que se había producido en mí, el que se había producido en los dos. Pero allí, parado en mitad de aquella avenida, viéndola alejarse de la mano de alguien que no era yo, comprendí que nada permanece inmutable. Yo me había convertido en un desconocido y ella se había encontrado a sí misma, lejos de mí. 


-¿Nos volveremos a ver? –le pregunté entonces.

-Siempre que recuerdes tiempos mejores –respondió.

Pero los tiempos mejores estaban por venir.


En un suspiro


Nuestros mismos ojos, aquellos que solían mirar con inusitada perplejidad la vida que teníamos frente a nosotros, han visto desfilar en esta danza que es la propia existencia los más dispares sinsentidos. Ayer éramos extraños, hoy inseparables almas que ahora se extinguen; ayer éramos niños, hoy ancianos que se agostan con el peso de los años, con la carga de miles de experiencias que nos hicieron más sabios. Nos preguntábamos entonces sí conocíamos demasiado como para ser felices, hoy me reafirmo en lo contrario, aun no he saciado mi apetito. Aun te conocería una y otra vez, en cada reencarnación, en cada vuelta.

martes, 4 de marzo de 2014

Lo irrelevante de lo absurdo


Fran bajó las escaleras, abrió la puerta y salió a la calle. Hacía frío, demasiado, así que se ajustó el abrigo de paño y se enfundó los guantes de cuero. En aquella avenida, que tantas veces había recorrido, nada parecía estar fuera de lo común. La gente transitando arriba y abajo, absorta en su propio mundo interior; los coches mal aparcados, a un lado y a otro, dificultando la circulación; el mal llamado tonto del pueblo, en una esquina, vendiendo cupones y mirando el culo de las chicas a las que veía pasar, esperaba el autobús de las y cuarto, en el que siempre invadía el espacio personal de la vecina. Un día normal, soleado y con un poco de viento frío, húmedo, típico del invierno murciano.